
He pasado mi vida con la misma precaución que tendría un bebe en los brazos de su madre, pero con el peligro que tuviese un ciego en un circo acercándose a la jaula de los leones a un lado de esos graciosos y peligrosos osos blancos enormes con grandes garras, golpeando de un lado a otro con un bastón, disque para guiarse, pero solo consigue golpear el ojo de un encabronado rey de la selva. Pero bueno, está encerrado y su inteligencia no ha evolucionado al pasar de los años como para conocer la forma en la que puede abrir esa jaula que lo mantiene cautivo y poder comerse al pendejo invidente. Después de escuchar perfectamente el estruendoso rugir del “minino” ofuscado, la persona, que muchos llaman incapacitado, se da la vuelta, con una sonrisa burlona y sigue su camino feliz, sin negar que existió un poco de miedo justo en el momento más peligroso, pero siempre victorioso con su bella e inteligente vida, y sobre todo, dispuesto nuevamente a arriesgarse con el animal más peligroso, él mismo.
Hoy cumplo un año más de disfrutar de esta excelente e independiente vida, que estoy seguro y siempre lo he dicho, es demasiado corta.
Ah, los pinches osotes no me importan. Jaaaa!!